La mujer en el ns

La Mujer Guerrera
«Un ejército entero de extranjeros sería incapaz de detener a un puñado de galos si estos pidiesen ayuda a sus mujeres. Las he visto surgir de sus cabañas convertidas en unas furias: hinchado el cuello blanco, rechinando los dientes y esgrimiendo una estaca sobre sus cabezas, prontas a golpear salvajemente, sin olvidarse de las patadas y mordiscos, en unas acciones tan fulminantes que se diría que todo en ellas se ha convertido en una especie de catapulta. Unas lobas en celo no lucharían tan rabiosamente para proteger a su camada como ellas…»
Así describe el comentarista romano Ammanianus Marcellinus a las mujeres celtas en uno de sus textos. Esta fiereza obedecía al hecho de que las mujeres celtas empezaban a trabajar desde que se sostenían sobre sus pies, amaban a los suyos con más pasión que a su propia persona y conocían el manejo de las armas desde la niñez, debido a las muchas luchas en las que los hombres participaban ellas estaban solas en el poblado donde debían defenderse de posibles emboscadas, salteadores o animales salvajes como lobos, osos o serpientes.
Pasando al plano mitológico diremos que las diosas manifiestan su aspecto más feroz cuando protege los misterios femeninos convirtiéndola en una enemiga invencible, siendo así a menudo patrona de guerreros y soldados. Se la representa como feroz luchadora y defensora del universo. La cazadora que protege la naturaleza acompañada siempre de un animal salvaje como un lobo, un oso, un león o un perro.
Desde esta perspectiva diremos que la diosa maternal, dadivosa, la representante de las fuerzas del bien, también posee una faceta terrible que desencadena contra los transgresores morales y malvados. La diosa Kali es representada de forma erguida, con la boca ensangrentada y con sus múltiples brazos cargados de armas y trofeos: cráneos humanos, cabezas cortadas y manos amputadas. El mito hindú del cataclismo comienza cuando las deidaes piden ayuda a la diosa suplicándole su lucha contra las fuerzas del mal que amenazan al mundo. Montada sobre un león vence a un demonio tras otro, asesinando al último mientras bebe su sangre, ya que sus gotas generan más demonios. La historia es paralela a la de la diosa Sejmet hija de Ra, del antiguo Egipto. Ambas ponen en juego sus fuerzas protectoras para defender a los dioses de enemigos poderosos y malignos, haciéndose invencibles. Este frenesí destructor aflora transitoriamente para luchar con los enemigos de la justicia y el orden natural, y es precisamente la energía positiva masculina la que restablece el equilibrio, encaminando el dios a la diosa hacia la pasividad, hasta que su ira se ha consumido mostrando así de nuevo su aspecto más tierno y afable. La sangre que derrama la diosa no es solo un efecto de destrucción, si no que es la materia prima de la vida y la muerte, que la alquimia divina convierte en un nuevo ser. Al liberar al mundo del mal, prepara el espacio para la nueva generación de la raza que aparece después de todo cataclismo y puebla de nuevo el mundo. Curiosamente en la obra de Cristyan de Troyes conocida como el Romance de Percival o el Cuento del Grial, podemos observar como una bella doncella portando el Santo Grial se aparece a un guerrero galo y le confiesa que en esa copa se recogió la sangre de Cristo y que ella la porta al anciano rey que se encuentra en su castillo. De nuevo una mujer pretende devolver el orden natural al mundo envuelto en el caos a través de la sangre.
La mitología eslava personifica a Zaria, la diosa del alba, como la gran guerrera que nace armada para dispersar las fuerzas de la noche. Se las relaciona a estas diosas de la guerra con las estrellas y el sol, por eso siempre se las representa con brillantes armaduras y joyas de oro y plata. No son diosas hombrunas, si no más bien al contrario, diosas bellas y engalanadas como las mismas mujeres celtas a quienes gustaba adornarse y cuidar su físico, lavándose dos veces al día, trenzando y peinando sus largos cabellos, cosiendo adornos en sus vestidos y bordando sus mantos en oro y plata. Se pintaban las uñas de manos y pies, coloreaban sus mejillas con una hierba llamada «ruan» y pintaban sus ojos con el jugo de las bayas.
El Avesta, texto del zoroastrismo, describe a la diosa Anahita como una deidad extraordinariamente alta y fuerte, de aspecto imponente y generosamente enjoyada. Comparaban sus cejas con espadas y arcos, su mirada con lanzas y sus pestañas con dagas. Feroz y amenazadora; tierna y seductora; Inasequible y misteriosa, y extremadamente coqueta. El encuentro con ella se convirtió en el único fin de la existencia de los místicos, que vivían a la espera del instante de unión, simbolizada por la muerte, momento en que se fundían con ella, aprendiendo que la aniquilación conduce a la dicha, al secreto mejor guardado de la amada. Esta concepción enlaza con el mito de las valquirias de la mitología nórdica, las diosas que sirven en el Valhalla llevando la bebida y preparando las mesas de los banquetes, a quienes envía Odín a las batallas y eligen a los hombres destinados a morir y deciden la victoria. Gudr, Rota, Norn y Skuld, Skögul, Gunn, Hild, Göndul y GeirsKögul, todas ellas con nombres que remiten a las palabras combate y destino y todas ellas también cabalgan para elegir a los muertos y gobernar las batallas. Eran mujeres hermosas y deseables, e increíblemente sádicas con los hombres, salvo con los Einheriar, como se les llamaba a los guerreros muertos en combate llevados al Valhalla para que allí pudiesen disfrutar de una gloriosa vida nueva. Cada mañana los héroes se vestían con su armadura y combatían en la llanura, por la tarde, libres de las heridas que pudiesen haber sufrido, se reunían a festejar comiendo jabalí asado e hidromiel. Tanto deseaban esta vida los guerreros vikingos que quienes no habían podido morir activamente durante sus años bélicos, ponían fin a su existencia dejándose caer sobre la punta de su espada para así reunirse con los Einheriar. Las Valquirias, montadas en sus corceles, a veces sobre lobos, cabalgaban junto a Tyr, sobrevolando los campos de batalla y dejándose caer en picado para recoger del suelo a los guerreros muertos. A veces adoptaban formas monstruosas y dejaban caer sobre la tierra una lluvia de sangre, o atravesaban los cielos remando en un barco que flotaba sobre un río de sangre. En una descripción se nos presentan sentadas en un campo de batalla tejiendo un tapiz hecho de intestinos humanos, usando una flecha a modo de lanzadera y cabezas humanas en lugar de contrapesos. Las más famosas valquirias son Brunhild, Alvit, Gudrun, Olrun y Svanhit. No son protectoras con respecto a la vida, sino que la misma concepción del Honor del guerrero ario, clama como tal honor la muerte en el combate, siendo recompensada asi con la unión con su valquiria quien lo lleva a disfrutar de los banquetes de los dioses en el Valhalla, donde ella misma le servirá. Ellas eran las viajeras de los tres mundos, las diosas que transportaban y guiaban las almas de los guerreros merecedores de tal honor.
El mito de Anahita tiene su paralelismo greco-romano con Atenea, otra diosa alta, imponente interesada en las hazañas de los héroes, acompañada siempre de una lechuza. Nacida de la cabeza de Zeus, portaba la lanza y un escudo decorado con la cabeza de la górgona y rodeado del miedo, la discordia, la fuerza y la persecución.
En la mitología celta Irlandesa nos encontramos con Morrigan y su cuervo, su risa aguda y estentórea helaba los corazones de sus enemigos, no así el de los guerreros puros. La diosa de la tierra, simbolizó la territorialidad y la protección del interés general de su pueblo.
Estos símbolos nos dan una idea de cual es la esencia feroz de la mujer aria, su agresividad, su ferocidad, nunca es gratuita e inútil. Saca sus uñas y su más terrible rostro en tanto que su pueblo, su prole, su raza, se ve amenazada, en una palabra: el orden Natural de quien es guardiana. ¿Y no es esto lo que hoy en día ocurre? La agresividad de la mujer se ve manifiesta en el mundo laboral, en su eficacia productiva, se ha tornado luchadora en tanto que se beneficia materialistamente de bienes efímeros importándole bien poco, los bienes eternos, la tierra, la sucesión, la herencia y la tradición. Contra esto es contra lo que la mujer aria ha de luchar con su máxima ferocidad, contra la pérdida de los valores del honor y el respeto; contra la inactividad de los úteros en pro del placer por el placer, causadas por el engaño sionista a las mentes femeninas para destruir la raza aria, Europa.
Si hemos hablado de las diosas, comenzamos hablando de las propias mujeres galas, pero merecen mención a parte las amazonas o las «sin pecho», el nombre procede precisamente de la práctica de extirpar un seno a las niñas pequeñas para que al crecer arrojasen mejor las flechas o las lanzas. Estas no tuvieron carácter divino. Lucharon con los héroes griegos en términos de igualdad. Fueron devotas adoradoras de la diosa Artemisa y se afirma que no solo construyeron su templo en Éfeso si no la ciudad entera. Vivieron en el Norte de África, Anatolia y las orillas del Mar Negro. Utilizaron sexualmente a los hombres para la procreación y posteriormente los mataban, deshaciendose también de la progenie masculina nada más nacer. Entre las hazañas que se narran destaca la de la Reina Pentesilea durante el asedio de Troya, quien condujo a sus guerreras en ayuda del rey Príamo, pero fue abatida y Aquiles violó su cadaver en un intento de conquistar su colérica alma. También se narra que la reina Hipólita fue asesinada por Heracles cuando este intentó robar su cinturón mágico. Quizás esta apreciación resulte un tanto machista por mi parte, pero quizas el error que condujo a estas valientes mujeres a desaparecer, fue el de equipararse a los hombres y vivir como ellos sin ellos, algo que trastornó el orden natural de la unión mística y natural del hombre con la mujer.
Otro caso histórico que demuestra la fiereza de nuestras mujeres se describe en la narración del asedio de la Isla de Mona, allá por el año 50 de la era cristiana, donde vivía un núcleo de druidas y druidesas celtas. Allí los romanos debieron de enfrentarse a unas mujeres enlutadas que les combatieron con antorchas y gritos junto con conjuros malignos, consiguiendo así hundir algunos barcos, según el mito; pero el sol rompió las débiles nubes y su resplandor provocó la huida de estas mujeres de quienes nunca más se oyó hablar.
No ocurrió así con la reina gala Boadicea, quien enterada de la matanza ocurrida en Mona por los romanos, calificada de sacrilegio, ya que era uno de sus lugares sagrados, se puso a la cabeza de esta nueva rebelión con el único deseo de cobrarse venganza. Sus acciones bélicas han sido consideradas como las más sangrientas realizadas por los celtas en Britania. Varias ciudades romanas fueron arrasadas y sus habitantes degollados o sacrificados ante la diosa Andrasta, a la que se dedicaban las victorias. En su ultima batalla contra dos legiones romanas en terreno pedregoso, los carros celtas no pudieron maniobrar, por lo que solo pudieron avanzar con gran heroísmo los jinetes y los arqueros en un inútil esfuerzo, a pesar de no dejar de ennoblecer la memoria de su pueblo. Ante la evidencia de la derrota, Boadicea se envenenó. Este ha sido el comportamiento de los jefes de nuestro pueblo ario: el fracaso ante el pueblo se paga con la propia vida.

EL HOMBRE, LA MUJER Y LA NATURALEZA

El valor de la mujer para el
Nacionalsocialismo
EL HOMBRE, LA MUJER Y LA NATURALEZA

Muy a menudo se habla de los derechos de la Mujer, su supuesta igualdad con el hombre o de su rol en la sociedad moderna, propiciados principalmente por agentes del judaísmo enmascarados en filántropos o feministas… Ya veremos por qué.
El primer rol que tiene asignado una mujer es el que determina la NATURALEZA. He aquí una cuestión fundamental, pues la columna vertebral del Nacionalsocialismo es la Naturaleza y sus ejemplos a imitar, por lo tanto, la función que ella le entrega ES LA PRIMERA Y MAS IMPORTANTE. ¿Cuál es esa?…
La Naturaleza ha dotado a la Mujer de características propias que la hacen diferente al hombre, afortunadamente, pues de otro modo seríamos todos unos homosexuales. La Mujer es naturalmente más expresiva, más abnegada e incluso, muy frecuentemente, más fuerte que el hombre, especialmente cuando se presentan problemas económicos o familiares en los que hasta el más recto padre de familia suele echarse a morir o pierde las esperanzas con facilidad. Esta voluntad femenina está relacionada casi instintivamente con la más importante de las funciones naturales de la Mujer: su bendición de la maternidad. Es precisamente la Mujer la que a veces lucha con su propio marido para procurarse el dinero necesario para el sustento familiar y evitar que éste se lo beba en los bares y las botillerías del barrio, cada fin de mes. Fue también la mujer chilena la que salió a las calles a protestar contra la Unidad Popular de Allende a principios de los ’70 en Chile, peleando por su dignidad y contra el abuso, contra el desabastecimiento masivo, contra los privilegios de los militantes de izquierda sobre el hombre común, etc. Es su instinto de madre, de patrona del hogar, de alma de cada casa y de protectora.
El NS Alemán se preocupó de satisfacer las necesidades básicas de su pueblo, más allá de la palabrería y el discurso. Fomentó la cultura, las artes, la gratuidad de los servicios, el acceso de los niños a la educación, al deporte, a la salud física. En la imagen, afiche de la campaña «Madre e Hijo», para ayudar a las mujeres embarazadas y madres solteras en el cuidado de sus hijos. Otra de las «monstruosidades» del nazismo que nunca se comentan.
La mujer tiene un cariño incondicional por sus hijos. Los ama a pesar de todo, aún cuando sean «ovejas negras». Ese es el cariño que le deben además los hijos a su madre; incondicional, como el amor a la Patria. Aquel que no ama a su madre hasta la muerte es sólo un mequetrefe bastardizado incapaz de amar a ninguna otra mujer.
La Mujer es la lealtad encarnada: perdona una y otra vez a esos maridos idiotizados por las fantasías sexuales fomentadas por la televisión (Tel-Levy-Sión) que las traicionan con cuanta amante consiguen mientras su cerebro permanece dominado por el pene, siendo incapaces de reconocer la bendición de Mujer que tienen al lado.
Sin embargo, esta delicada y trascendental tarea de la Mujer-Madre en la actualidad ha sido menoscabada y tergiversada por la propaganda judía, a través de todos sus medios de información e influencia, llámese televisión, diarios, revistas, gobiernos y hasta organismos internacionales como la ONU. A través de la forzada «igualdad» entre sexos no han logrado más que destruir la mutua inteligencia y fomentar las distancias. El destruir el rol de Madre de la Mujer ha tenido por resultado la producción de generaciones de jóvenes cada vez más embrutecidos y carentes de valor, incapaces de permanecer atados a sus muy frágiles familias, fomentando el pandillismo y la «fraternidad» en grupos delincuenciales. La Mujer ES LA ÚNICA CAPAZ DE FORMAR A PLENITUD UN HIJO.
Sin embargo, dada la actual situación social, el trabajo mancomunado para el engrandecimiento de un Pueblo o de una Nación, entre ambos sexos, es imposible… La formación de los hijos queda en manos de nodrizas, salas cunas, tutores, familiares lejanos; o sea, en MANOS DE EXTRAÑOS.

FEMINISMO –  UNA CREACIÓN SIONISTA

El valor de la mujer para el
Nacionalsocialismo

 FEMINISMO –  UNA CREACIÓN SIONISTA
Observe y medite sobre lo que ha ocurrido en los últimos años por la reducción del Rol de Madre en la Mujer a un mero trámite biológico de incubación de nueve meses: el hombre necio es el más feliz, el idiota retrógrado autodefinido como «machista», ese que se ríe a carcajadas con los chistes para imbéciles que ponen en ridículo a la mujer, especialmente en su sexualidad íntima. La Mujer ha sido reducido a un mero objeto de placer decorativo, una vil mercancía, denigrada, explotable… Una máquina de penetración. Salvo algunos notables casos, la Mujer es tratada en los medios como un bulto sexual: si le faltan tetas, ahí están las siliconas; si le sobran kilos, ahí está la liposucción. La publicidad vende millones con sus bustos, sus nalgas y su propia alma. Nada la ha sacado más de su rol natural, de su genuino sitial de lucha vital.
Ya no basta con que la Mujer vista atractiva y sugerente, luciendo su belleza, resaltando su cuerpo que siempre, siempre fue de admiración y emblema de estética, inspiración de artistas. Ya no basta con ello y no volverá a bastar. Desde temprana edad, se les induce a vestir provocativas, apelando a sexualismos que no podrían pasar inadvertidos ni por las más inocentes miradas. Ya no basta con que luzca sus piernas, sino que tendrá que agregar un pedazo de glúteo saliendo del pantalón. No basta con la forma de sus senos, sino que además deberá usar transparencias para hacer visibles detalles interiores. No basta con su cintura, sino que debe mostrarse mucho más arriba y abajo… Se acaba el pudor y el encanto. Se complace la vista y el deseo de esos «hombres» dominados por sus líbidos, llenos de sombras oscuras, incapaces relacionarse con el sexo opuesto sin pensar en alguna aventura sexual de por medio. La genitalización de la Mujer es fomentada por esos patanes que utilizan su cuerpo no para admirarlo ni para el deleite de la contemplación, sino que para vender productos comerciales o subir la teleaudiencia de los shows televisivos… Y la expresión máxima de humillación de la imagen de la mujer: la pornografía, que se vale de la indignidad de vulgares putas para cultivar una imagen de la Mujer como mercadería.
¿Dónde esta el Servicio Nacional de la Mujer cuando a diario las mujeres chilenas ven su dignidad prostituida de este modo? ¿A caso nadie nota que organismos como estos aparecen sólo para reclamar los tan manoseados «derechos» que en la realidad son sólo palabras huecas, como el aborto? ¿Tienen tiempo para enfurecerse sólo con los caprichos publicitarios que de cuando en cuando nos recuerdan que esta oficina existe? ¿Por qué? ¿Para qué?… Sencillo: PARA DESTRUIR A LA FAMILIA, organización básica de toda Nación, consiguiendo que la Mujer se aleje por completo del hogar, de su esposo y de sus hijos.
A pesar de que famosas feministas norteamericanas como Betty Friedan (llamada de soltera Betty Goldstein) y Gloria Steinem eran judías, ¿Cree usted que exageramos al vincular al feminismo con el Poder de Sión?… Si es así, lea con atención el siguiente extracto de un cínico escrito, perteneciente a Gustavo D. Perednik, periodista del Hagshamá, Departamento de la Organización Sionista Mundial:
«Hace más de dos siglos, un aya inglesa, Mary Wollstonecraft, publicó ‘Una vindicación de los derechos de las mujeres’, en el que exigía despertar la mente reprimida de sus pares por medios educativos. Desde entonces el ideal feminista ha recorrido un sinuoso trayecto, en muchos casos protagonizado por judías de vanguardia, como Berta Pappenheim en Europa y Emma Goldman en Estados Unidos de América. En buena medida, las inspiró la tradición judía».
Parte de esta reacción «feminista» de parte de las mujeres judías puede ser honesta, sin embargo, pero no como una consolidación de inexistentes valores de respeto a la mujer de parte del judaísmo (ver, por si las dudas, nuestro texto «Extractos del Talmud» con las referencias que allí se hacen de la «inferioridad» de la condición de mujer), sino más bien como una rebelión en contra de los sometimientos de los que ellas son víctimas como mujeres y esposas judías. En su libro autobiográfico «Life so far», Betty Friedan reconoce que, mientras lideraba las protestas feministas de los años ’60, aceptaba perfectamente que en su casa su marido Carl Friedan la golpeara y la tratara con permanentes agresiones.
La organización de mujeres sionistas denominada WIZO (Women International Zionist Organization) es uno de los organismos instigadores del feminismo mal entendido como «liberación de la mujer» en la forma que hemos descrito aquí. WIZO va reclutando entre mujeres no judías muchas «miembros honorarias», especialmente entre las primeras damas de cada nación, lo que les reporta notables influencias y poder. Prácticamente, no existe líder feminista no judía que en la actualidad no esté vinculada a la membrecía honoraria del WIZO. También han conseguido gran llegada entre mujeres que han conquistado cargos públicos. Su presencia suele ser constante, aunque indirecta, en campañas en favor del aborto y de los «derechos uterinos» de la mujer.
Es curioso que este interés «feminista» venga de personas pertenecientes a una religión y una raza que, en lo fundamental, es enfermizamente restrictiva con sus mujeres, colocadas en un muy inferior segundo plano y obligándolas a ciertas prácticas de sometimiento interno en el matrimonio, como dos relaciones sexuales obligadas los días domingo y cosas por el estilo. Lo que debe quedarnos claro es que el feminismo ha sido inventado por los judíos, pero PARA LOS NO JUDÍOS, ya que en su sociedad y su constitución familiar la independencia de la mujer es imposible.
La humillante posición de la mujer dentro de la estructura familiar y religiosa del judaísmo ha quedado de manifiesto, una y otra vez, en los roles que el sionismo les ha asignado en su plan de conquista planetaria. El caso más patético de los últimos tiempos es sin duda el de la señorita Mónica Lewinsky, hija del matrimonio judío Lewinsky-Lewis, quien fuera utilizada en 1995 y bajo su aceptación voluntaria, como una carnada sexual para el fogoso Presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton. Una inteligente trampa tendida por el Mossad para grabar con procedimientos de espionaje algunas picantes conversaciones y sesiones de sexo con el mandatario, para ser utilizadas más tarde a modo de extorsión por Israel para acceder a la correspondencia secreta de líderes palestinos con el gobierno norteamericano, para la liberación de algunas unidades de espionaje del Mossad detenidas en Estados Unidos y para obligar a éste a empeorar sus relaciones con Irak, que desembocaron en un nuevo bombardeo contra el país árabe, como lo hemos detallado en nuestra sección «La Conspiración Judeo-Masónica del Sionismo Internacional». Clinton, que vivió rodeado de judíos en la propia Casa Blanca, terminó siendo otra vez un títere de Israel operando a través de su gente, en especial de esta muchacha.
Otro indicio del bajo lugar que ocupan las mujeres en la jerarquía de estos mismos señores que hoy las envían a enseñar «feminismo» a los gentiles, está en un rol asignado a las mujeres desde el Libro de Esther cumpliendo con un viejo arquetipo muy bien manejado por el judío, y que podríamos llamar «la tentación fatal por una judía». Así como Esther logró sacar provecho de su relación sentimental con el Rey de Persia en favor de su pueblo, hasta hoy en día es común -demasiado común- que mujeres judías contraigan matrimonio con no judíos pertenecientes a familias influyentes, a círculos de intelectualidad o a puestos de jerarquía, justamente con el propósito de obtener algún beneficio. Hermann Hesse, por ejemplo, concretó su lamentable alejamiento del ideario del Nazismo a partir de su matrimonio con una judía, Ninon Auslander. En Chile tenemos también varios casos de distintas «Esther» que han contraído matrimonio con importantes exponentes de la élite política o social o miembros de familias con una larga tradición de nobleza o diplomacia: los miembros de la familia Alessandri, por ejemplo, han contraído matrimonio con mujeres de apellido Cohn y Stein, entre otras; los representantes de los Edwars lo han hecho con mujeres apellidadas Eastman, Ross, Davies y Goldsmith; etc.

LA MUJER EN EL III REICH
Durante el III Reich las mujeres decidieron contribuir en el programa de reconstrucción del Führer junto a los hombres. Primero se ocuparon de todas las madres que habían pasado grandes apuros durante la guerra y el periodo de postguerra, y a las madres que debían ajustarse a las demandas de la época. Como consecuencia se creó el Servicio de Maternidad del Reich.
La preparación de las madres tenía como objetivo desarrollar su rendimiento físico e intelectual, hacerlas apreciar los grandes deberes que recaen sobre ellas, instruirlas en la manera de criar a sus hijos y cualificarlas para las tareas domésticas y económicas. Todo esto se llevaba a cabo a través de cursos de formación, cada uno de los cuales trataba únicamente de un tema en particular. Estos cursos se realizaban en todas las ciudades con población superior a 50.000 habitantes.
Después se preocuparon por millones de mujeres alemanas que, día tras día, realizaban sus pesadas labores en las fábricas. Se las hizo comprender que también ellas formaban parte de la nación y que debían poder decirse a ellas mismas que realizaban una tarea útil y que su trabajo formaba parte del trabajo realizado por toda la nación en conjunto. Para lograrlo crearon la Sección Femenina del Frente Alemán de Trabajo que logró contar con más de ocho millones de miembros para atender a más de once millones de mujeres empleadas.
  El «Frauenamt» creó el cargo de «la mujer socialista trabajadora de la industria» para cada empresa que tuviera empleadas aun número considerable de mujeres. Las mujeres no eran solamente experimentadas trabajadoras sociales sino que también debían encontrarse familiarizadas con su nuevo trabajo. Por eso se les exigía una dedicación de varios meses en ese trabajo antes de que les adjudicaran el puesto de trabajadoras sociales. Durante estos periodos recibían los mismos salarios que las demás.  Esta organización dedicaba una atención especial a las trabajadoras casadas y con niños pequeños y a aquellas que estaban en estado, proporcionándoles dinero, comida, ropa, etc. También eran ayudadas por estudiantes en horas de sus vacaciones y con una actitud generosa.
   También emplearon tiempo en organizarse ellas mismas creando la Asociación de mujeres alemanas (Deutsches Frauenwerk) que se subdivide en las siguientes secciones: economía nacional y doméstica, que enseñaba a las mujeres y a las jóvenes a aplicar los principios de la solidaridad nacional y que en cada hogar la madre es la responsable de la salud de toda la familia, proporcionándoles una buena alimentación y ejerciendo sus deberes hábil y eficazmente; la sección cultural y educacional, que ponía el patrimonio cultural también en manos de mujeres ayudándolas y a sus logros conseguidos en el campo de la ciencia, la sección de asistencia consistía en el trabajo realizado por las enfermeras, la Cruz Roja y la defensa aérea; y la sección extranjera que establecía contacto con asociaciones de mujeres en el extranjero.

«Todo el trabajo que nosotras realizamos por rutina, que en estos momentos es tan extenso que ya no podemos describirlo con detalle, es simplemente un medio para alcanzar un fin. Es la expresión de la determinación de la mujeres alemanas de ayudar a resolver los grandes problemas de nuestra época. Un espíritu de camaradería nos anima a todas y nuestra lealtad a nuestra nación guía todos nuestros esfuerzos».
 (Los nazis hablan. Pag:51; Gertrud Scholtz-Klink; jefa de la organización de mujeres nacionalsocialista).

MACHISMO Y MERCADO

Sin duda la mayoría de personas normales están convencidas de que la discriminación contra la mujer es algo surgido de los regímenes autoritarios conservaduristas y militaristas, y que ha sido combatido por los demoliberales, que han logrado la mayor igualdad hombre-mujer. Esta es la versión oficial en este tema, y como toda ‘verdad’ oficial liberal ha sido impuesta hasta la saciedad por la prensa y la TV de forma que quien la pone en duda es machista y fascista por definición.
Pero esto es una de las muchas falsedades producto del manejo que de la realidad efectúan los medios de propaganda.
Para comprender mejor el tema hay que ir a la base del problema. La discriminación hombre-mujer implica una queja sobre la ‘valoración’ de ambos por parte de la sociedad, y por causa de ello un trato distinto.
Curiosamente esta queja no se produce en la sociedad tradicional sino que se inicia en el momento en que los valores demoliberales en la revolución francesa se han implantado de forma masiva en la mentalidad general. No hay conciencia de opresión en las mujeres campesinas ni en los burgos medievales, sino que la ‘opresión’ toma conciencia en las clases intelectuales de la burguesía del XIX y alcanza su culminación en las reivindicaciones marxistas.
Ante todo hay que distinguir las injusticias sociales provocadas por el individualismo capitalista, del problema machista. Los marxistas han tratado siempre de unificar los dos problemas en una planteamiento materialista común: machismo es una forma de explotación capitalista. Este concepto, como el de ‘Arte y Cultura como superestructura del capitalismo’ o bien la teoría del orgasmo revolucionario: ‘libertad sexual como parte de la liberación contra el capitalismo’, forman parte de las idioteces clásicas del marxismo, una serie de utopías y neurosis que no tienen nada que ver con la realidad.
Las mujeres y hombres sufrieron brutalmente con la explotación financiera, y tanto mujeres como hombres tuvieron que soportar todo tipo de vejaciones. Las mujeres no votaron hasta hace poco, pero los pobres tampoco tenían voto al principio. Las mujeres no se las dejaban ejercer ciertos trabajos, pero mientras los hombres eran obligados a servir como siervos sin ganas algunas de hacerlo. No se trataba de machismo sino de una sociedad opresiva y dura en el trato humano, basado en la ‘libertad de mercado’ que se implantó tras la revolución francesa.
Desde luego existió una injusticia de trato en muchos temas concretos con la mujer como tal, productos en parte de malos entendidos, la fuerza bruta y manías absurdas, errores que podrían haberse solucionado de forma natural y rápida en un ambiente de comunidad. Pero no es este el asentamiento del problema feminista.
Para hablar de machismo hay que hablar de ‘supremacía’ y para ello de la medida de valoración que da esa supuesta supremacía. La base del machismo es la creencia de que el hombre ‘vale’ más que la mujer, y ese ‘valer’ se basa en una medida de comparación. Y ahí está el error y el problema causante de los males actuales.
 El machismo es un producto del mercado, esta afirmación que puede parecer una extravagancia, es la más cruda realidad. El problema del machismo nace cuando la sociedad toma como valor único el Dinero, el Valor en Dinero de las cosas. En ese momento, los valores que equilibraban la balanza social entre hombre y mujer se rompen, los valores tradicionales de familia, hijos, trabajo en el hogar y en el campo, comunidad, alegría o amor, sensibilidad y unidad, todo se derrumba. La sociedad liberal valora TODO en dinero, y establece que la ‘categoría’ social de las personas viene determinada por ese ‘valor dinero’.
Por tanto la mujer se ve abocada a poner sus valores en la balanza económica, y se encuentra que sus valores tradicionales ‘no se pagan’ adecuadamente, no son transcritos a dinero de forma válida.
La mujer campesina, el 98% de ellas en la época tradicional, trabajaba en el campo tanto como el hombre, pero ese ‘trabajo’ normalmente era ‘familiar’, parte del trabajo de la propiedad o concesión familiar, no un trabajo asalariado como hoy lo entendemos.
La mujer trabajaba en lo que le permitía su trabajo familiar y el cuidado de los hijos, y ese trabajo era parte de su ‘valor’ tradicional, que era compensado además con la valoración espiritual y comunitaria que se daba a la madre y a la descendencia en la sociedad tradicional. Pero con la llegada del capitalismo y la industria, la ciudad y la finanza, el campo como entorno familiar pierde peso rápidamente, el trabajo se hace asalariado, el ambiente de trabajo de aparta del ambiente familiar, la mujer se encuentra que su ‘contribución’ a la comunidad no es ‘pagada en dinero’ de forma adecuada a su ‘valor real’.
Poco a poco llegamos a la situación de una mujer que no tiene ‘valor’ económico igual al del hombre, pues sus ‘trabajos’ o contribuciones comunitarias han dejado de valorarse en dinero. En ese momento aparece el machismo moderno, el que se conoce como problema machista. El hombre acapara los trabajos renumerados y se cree con ‘valor superior’ respecto a la mujer que no alcanza ese valor dinerario. El hombre, seducido por las ideas materialistas y marxistas va despreciando o minusvaluando las contribuciones no dinerarias de la mujer, de forma que en la familia el ‘peso’ del hombre se hace totalitario, al sólo valorar el dinero y al crearse la idea individualista: cada individuo como portador de su propio valor dinerario, acabando con la concepción comunitaria de familia, estirpe y pueblo.
La mujer se encuentra que desea alcanzar esos valores asalariados, que son los que ‘dan valor’ en la mentalidad liberal, y se crea el feminismo como reivindicación de la mujer de ‘abandonar los valores no dinerarios a cambio de poder acceder a los valores económicamente rentables’. Las feministas JAMÁS pedirán ayuda para que las mujeres puedan realizar adecuadamente sus valores no económicos, sino que exigirán ÚNICAMENTE poder disponer del valor dinero en igual derecho al hombre.
El problema no es que no sea justo que la mujer ‘gane’ lo mismo que el hombre, el problema es que no se valora más que los que produce ‘ganancia dineraria’. La mujer ya no sopesa lo que ‘gana’ al trabajar de asalariada frente a lo que pierde por renunciar a otras facetas de su vida. El hombre ya no valora las actividades de la mujer que no sean recompensadas en dinero. Con ello la mujer es realmente devaluada y arrojada a un combate por la recompensa económica que la degrada y la limita absolutamente.
El marxismo acaba de enlodar el mal creado por el capitalismo, al destruir los ‘valores’ comunitarios y familiares. El comunismo obliga a las mujeres a abominar de su papel en la comunidad y las lanza a las fábricas como ‘salvación’, la ‘producción proletaria’ como ‘cielo redentor’, jamás se ha efectuado una brutalidad mayor que la efectuada por el comunismo contra los valores espirituales y comunitarios, la mujer es igual al hombre en tanto es tan ‘proletaria como él’, o sea en tanto es una asalariada que cobra dinero.
El mundo actual no valora en nada a una mujer con 5 hijos que debe cuidarlos y amarlos, y que por ello no puede trabajar más que tangencialmente, pero valora en mucho a una mujer sin familia que trabaja ganando mucho dinero.
Cuando se produce una disputa en la familia es el dinero de ‘cada uno’ lo que importa. El Mercado ha anulado cualquier otra razón que no sea la que da el dinero. Y la mujer ha tenido que lanzarse al Mercado, a luchar en ese único Valor. Esto es el feminismo, la lucha de la mujer por ‘valer tanto como el hombre en dinero’.
Una Alternativa al Sistema debe plantear que la mujer y el hombre ‘valen’ cada uno distinto en tanto los valores de medida no son sólo económicos sino de diversos tipos, y la riqueza de valor no está pues sólo en la capacidad de aportar dinero sino en otros varios temas. En ese sentido, destruido el Mercado como nuevo dios, hombre y mujer recuperan sus valores. La mujer puede decidir si quiere dinero u otros valores, y una sociedad que haya abandonado la mentalidad economicista fomentará tanto o más que el ‘salario’ otras aportaciones comunitarias.
Un día llegará que tener una familia feliz, aportar una cultura y una sensibilidad, dar amor y tener responsabilidades, serán el motivo de orgullo, mientras que ganar dinero será una necesidad más sin valor superior a otros temas más profundos.
Trabajo no es sólo ganar dinero, Trabajo es aportar algo a la Comunidad. El Trabajador se ha convertido en Asalariado, el Trabajo en Ganar Dinero, la Sociedad se ha convertido en Mercado, esta es la gran metamorfosis de un mundo en decadencia.
Machismo y Feminismo son producto del mismo error, de una valoración economicista de los sexos. Los errores de la opresión contra la mujer nos ocultan que el hombre también es oprimido en este juego maldito, oprimido por la misma sociedad mercantil, que pierde tanto la mujer como el hombre cuando ambos pierden su papel natural y se entregan al Mercado en aras del Dios Dinero.
 El Nacional Socialismo propugna devolver los valores naturales, y a la vez imponer el Socialismo, o sea la eliminación de las opresiones reales producto de los conservadurismos y manías sin lógica natural. Socialismo y Naturalidad son la base de una solución NS al machismo y al feminismo.

EL HONOR DE LA MUJER
NACIONAL SOCIALISTA.

«No hay mayor nobleza para la mujer que ser la madre de los hijos y las hijas de un pueblo. Toda esta juventud que vemos tan hermosa, hoy, rostros alegres, ojos brillantes,¿dónde estaría si, sin cesar, no se hubiesen encontrado mujeres para darles vida?»
Adolf Hitler      Discurso del Führer en el Congreso de las Mujeres, Parteitag del año 1935.

Margarete Schaper-Haeckel decía en uno de los cuadernos de formación de la SS que «el eje de la moral y de la vida de un Nacional Socialista, sea  hombre o mujer, es el sentido y la conciencia del Honor. En la Antigüedad germánica, el Honor, es la ley que rige su existencia, la escala de valores que le permite juzgarse  y también la piedra de toque de su confirmación, de su mérito y de su valor para la comunidad.
El Honor es el bien más grande de cualquier Nacional Socialista, porque le confiere autoridad como persona.
El uso lingüístico de un Nacional Socialista, suprime la etiqueta de «masculino» y «femenino» en las manifestaciones vitales del pensamiento. Así pues, es nuestro debe de  actuar con seriedad y terminar con el concepto que considera la bravura, la disciplina, la selección y el honor como virtudes «masculinas». Tan sólo los hábitos de  pensamiento oriental nos han inculcado y enturbiado esta visión limitada.
La antigüedad Germánica demuestra que las campesinas germánicas están imbuidas del mismo coraje, de la misma bravura, amor a la libertad y autodisciplina que sus  hombres y ellas (nosotras) están también dispuestas a arriesgar sus vidas por estos valores.
No son tan solo las mujeres de los cimbrios y los teutones, de los ambroses y de los tipurinios, cuya intrépida bravura en las guerras romanas, su amor salvaje por la  libertad y el ardiente sentido del Honor, han sido inmortalizadas para siempre por manos enemigas, por sus cualidades «masculinas»; también las campesinas germánicas que permanecieron al margen de los grandes acontecimientos políticos, se encontraban en la misma situación; su estilo de vida, su indisoluble adhesión a la comunidad y al clan no conocían ninguna tregua guerrera, actuaban para el clan con bravura y firmeza. No aspiraban más que al bienestar del clan y a seguir una disciplina.
No sorprende pues, conociendo esto, ver continuamente campesinas germánicas codearse con hombres, muriendo por el Honor, y animados por el mismo sentido del mismo, considerando pues los caballeros germánicos a sus mujeres como «sagradas» y «misteriosas».
Pero es importante constatar que en el curso de la evolución, la visión oriental del mundo ha ahogado en los hombres y mujeres, el carácter germánico del honor de la  mujer, sustituyéndolo por otro contenido de carácter judeo-cristiano, reduciéndolo a un asunto meramente físico-sexual, que si bien es importante, no es único.»
Pero, ¿qué hacía a estas mujeres luchar con esa bravura y coraje? ¿cual era el motivo por el que estas mujeres trabajaban el campo, luchaban en la guerra? Su prole, su  estirpe, la herencia de su sangre, sus hijos.
En estos tiempos en que la «liberación» de la mujer es un hecho patente, una liberación aparentemente del yugo de la visión cristiana de la sumisión de la mujer al hombre en todos los ámbitos de la vida, la mujer ha perdido el norte, el rumbo de su vida y ha sido totalmente engañada por el capitalismo judaico o por las teorías marxistas de la  mujer obrera. La mujer trabaja, opina, sale de casa, tiene un mayor poder adquisitivo, ocupa puestos de responsabilidad y es necesaria en todos los ámbitos de la vida como piedra fundamental, la publicidad ha cambiado su punto de mira en muchos productos,(coches, Inversiones, …) es la mujer muchas veces quién decide en la familia la  economía…. pero esto que se considera un gran logro esta matando los pueblos de Europa.
La mujer para conseguir todo esto, ha renunciado a su esencia más absoluta, a lo que le hacía luchar, a la maternidad. Algunas incluso propugnan la virginidad cristiana  como valor fundamental de libertad sexual, convirtiéndose todas ellas en máquinas improductivas, en huevos Hueros, en úteros vacíos.
No por esto la mujer ha de quedarse en casa al cuidado exclusivo de sus hijos, ha de luchar por su pan, más hoy en que cobardes hombres se despreocupan de atender las  necesidades primarias de hijos que abandonan. Pero estas madres no deben perderse en la desgracia del abandono sino, sentirse orgullosas de ser las guerreras que cuidan la herencia de un pueblo, y por el cual luchan frente estados, y gobiernos que sólo ayudan a quienes no son su sangre, a extraños que ocupan el sitio de las mujeres que no  dan su vida por el pueblo al que pertenecen sino por su ombligo y por un Status individual y egoísta del poseer más riqueza, principio básico del judaísmo, conocedor a  demás de la capacidad de culturizar y educar, de transmitir principios fundamentales de vida a sus hijos.

La Búsqueda del guerrero

Se dice que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, y no es este dicho algo falto de razón, ya que la mujer acompaña al hombre desde el seno materno, a lo largo de su educación y más tarde como esposa y compañera. Siguiendo con nuestros ejemplos míticos podemos decir que la mujer tiene muchas implicaciones en la búsqueda de los héroes. Puede estar presente al principio, en tanto iniciadora del recorrido, o aparecer en fases posteriores y ayudar, guiar u obstaculizar el camino del héroe a fin de someterlo a prueba. A veces la diosa en si misma es el último obstáculo, como en el caso de la górgona Medusa, a la que Perseo tuvo que matar para considerar que había concluido su búsqueda. Pero no hubiese podido acabar con ella sin la ayuda de otra diosa, Atenea, que le proporcionó el escudo bruñido.
La búsqueda emprendida por el hombre suele interpretarse como un viaje psicológico de descubrimiento imprescindible para el pleno desarrollo. La primera fase consiste en la llamada, momento en que el hombre decide iniciar el viaje. Es comparable a la primera separación de la matriz femenina. El propósito del viaje, puede ser la necesidad del hombre de buscar su otra parte femenina con quien se unirá, integrándola en sí reconciliando así las impresiones positivas y negativas que tiene de la madre.
En las narraciones heroicas o caballerescas, el éxito en esta tarea se representa mediante un premio, generalmente una joven deseable. Antes de conseguirlo debe afrontar y vencer a un dragón o cualquier otro tipo de monstruo: un gigante, una bruja, un hombre o mujer poderoso y malvado…. Una o más mujeres en las que la diosa se encarna le ayudan o le crean obstáculos en estos encuentros. En estos casos, la mujer, representa a la buena o terrible madre en dichas situaciones, y parte del desafío del héroe consiste en afrontar adecuadamente cada una de sus manifestaciones para alcanzar el equilibrio interior. Así pues, matar o ser más listo que la bruja y por otro lado recabar su ayuda se convierten en acciones decisivas para conseguir su objetivo.
Otro nivel de la búsqueda es la metáfora de la entrada en la virilidad o en la vida espiritual. En diversas etapas de esta iniciación surgen varias mujeres aparentemente distintas, como motivación de la búsqueda, como la que somete y pone a prueba al héroe a la vez que le ayuda y finalmente como adversaria y premio supremos.
Cuenta la leyenda que la diosa Ëride fue excluida de un festín celestial y arrojó una manzana de oro a los asistentes. Como iba dirigida a «la más hermosa», Hera, Afrodita y Atenea la reclamaron para sí. Zeus se negó a elegir y obligó al apuesto Paris a hacerlo. Cada una de las diosas le ofreció un soborno para que la escogiera. Hera le prometió el poder; Atenea, la sabiduría y la victoria en la guerra y Afrodita, el amor de Helena. Las opciones sólo eran una ilusión ya que cumplía el destino planteado por Zeus para despoblar Grecia durante la guerra. Zeus había engendrado a Helena con este fin. Como era de esperar, Paris escogió a Afrodita, pero al preferir un elemento del principio femenino divino sobre los demás desencadenó las oposiciones inherentes a los diversos aspectos de la naturaleza. Al optar por el amor y la belleza no sólo rechazó la maternidad, sino la castidad y la protección. Durante la guerra de Troya Hera y Atenea ayudaron a los griegos.
En las leyendas la diosa también aparece bajo la forma de mujer guerrera , como la druida Scathach, mentora del héroe celta irlandés Cuchulainn, o al misma Morgan le Fay, quien sometió a prueba al rey Arturo y a los caballeros de la Tabla Redonda.
El relato galés de Culhwch y Olwen es un complejo ejemplo de la aparición de la mujer bajo formas múltiples a lo largo de la narración de la búsqueda. Nacido entre los cerdos, el héroe Culhwch ve moro a su madre poco después del parto, cumpliendo así una única función engendradora y siendo reemplazada por otra reina que origina la búsqueda afirmando que solo se casará con Olwen, hija del malvado gigante Ysbaddaden. Convirtiendose Olwen en el objetivo de la vida de Culhwch. El héroe emprende 32 misiones en una de las cuales consigue el caldero Annwn que representa el útero materno. La última misión de Culhwch consiste en matar a una bruja, momento en que esta en condiciones de reunirse con Olwen, su ánima o yo femenino.

Siempre con ayuda de la mujer y sus consejos, al final de la búsqueda el héroe o iniciado conquista un fin material, psicológico o espiritual, no excluyentes, ya que el hombre ario tiene derecho a gozar de lo carnal y material.

En las leyendas de la tradición artúrica, veremos aparecer a la mujer o la diosa bajo mil apariencias distintas. Su función es la de guiar e iniciar pruebas y verificaciones, haciendo así que la Hermandad de la Tabla Redonda pase de ser una simple orden de caballería a convertirse en un grupo de caballeros iniciados. Es la mujer quien se encuentra detrás de gran parte de la acción y las aventuras de estas historias; ya sea como Morgana (Morgan le fay) o como Ragnell. Estas figuras forman parte esencial de la dimensión oculta de la tradición. Son las iniciadoras que provocan los acontecimientos, dejando al neófito transformado de forma definitiva. Son la energía polarizada que impulsa la extensa epopeya de Arturo desde sus dramáticos comienzos hasta la culminación final. Sin ellas las historias no serían más que un desfilar de imágenes sin sentido; con ellas se convierten en un desfile de maravillas que abre puertas cada vez más numerosas y profundas a los horizontes de otro mundo.

EL IDEAL FEMENINO

El ideal femenino germánico, la «santa germánica», estaba representado por las madres, las madres originales (Frigg, Dame Holle); según el sentimiento germánico, la concepción no era una tara, una mancha, un envilecimiento. Al contrario, tal idea habría sido considerada como una ofensa hecha a las madres germánicas.
En las sagas se observa centenares de veces, que las viudas son tan deseadas como las vírgenes, y ningún germano pensaría que una viuda es inferior porque ya no es pura. De hecho, los libros jurídicos salios, ripuarios y turingios prescriben que la pena por homicidio de una mujer apta para concebir o que ya ha parido es triplemente severa que el de una virgen que todavía no ha tenido hijos. Este hecho muestra que la noción de
virginidad no es fundamental para juzgar el valor de la mujer.
No es la castidad, sino el valor biológico lo que contrariamente a la condición de virgen, está vinculado al cumplimiento de la maternidad, y es fundamental para apreciar a la mujer. La mujer embarazada, la madre, goza de la mayor consideración porque sigue la ley de la vida tanto en el plano individual como en el espíritu del pueblo.
Pero el valor de la mujer depende además de sus cualidades, de sus realizaciones, del alma, del espíritu y del carácter. En cambio, el espíritu judeo-oriental considera a la virgen como más deseable que la mujer, entendiendo por mujer a la que no es virgen: se escoge intencionadamente la palabra «deseable», porque a penas se trata de evaluación moral de la castidad en la valoración de la virgen por el espíritu oriental. Cuando el Corán promete a los musulmanes en el Jardín del Paraíso «jóvenes mujeres que ningún espíritu ni ningún hombre han tocado aún» como recompensa para su uso personal, se ve que la castidad femenina tiene un valor de «uso» particular para el oriental puesto que constituye una «recompensa» y un «goce» paradisíaco.
La virginidad y la pureza que reinan en el Jardín del Edén, no llevan ningún valor moral, sino un valor sensual. La castidad de la mujer oriental sólo es exigida para el mayor placer del hombre.
Así pues, se ve qué raza concede un papel tan evidente a la pureza de la mujer y qué se esconde realmente tras la exigencia de castidad.
El germano no habría podido concebir una virgen madre, ni tampoco le habría otorgado un valor superior. Sus diosas y las mujeres que le eran queridas presentaban rasgos maternales y eran madres. La maternidad era lo propio de su naturaleza.
Después, la Virgen Madre de Dios, reemplazó la divinidad maternal de Germania, debido a la intrusión de un sistema de valores ajeno. Las monjas fueron privilegiadas con respecto a las madres de los clanes germánicos, y un mayor respeto por la virginidad antes que por la maternidad fue imbuido en el cráneo del hombre germánico hasta admitirlo en su concepción moral. Esto conmocionó el instinto germano, ya que no era raro que las jóvenes campesinas ofrecieran ya un hijo a su futuro marido antes del matrimonio, sin ser cubiertas de vergüenza y de infamia por quienes convivían con ellas, y no considerándose a los hijos prenupciales hijos del pecado afectados de alguna tara y marginados por la comunidad.
Perder la virginidad, nunca será equiparable a perder el Honor o la disciplina interior. Sólo se castiga la debilidad moral cuando una joven a comerciado con 4 ó 5 hombres. Además la virginidad nunca se consideró un concepto ni un ideal, ya que no existe en el idioma germánico más primitivo un vocablo que la defina.
¿Qué le queda pues a la mujer si además se la separa del clan  y se culpabiliza su ego de pecados, o bien se la somete al hombre considerado como su dueño? ¿tiene todavía conciencia de sí misma, de su libertad y de su responsabilidad, condiciones primeras de toda moralidad?  La frase «Él debe ser tu dueño» no significa nada más que la destrucción de todo valor femenino, de toda posibilidad de colaboración constante en el trabajo de la comunidad e implica una alteración patológica de la comunidad, por cuanto la mujer es componente de la misma. Se ha convencido a la mujer de su inferioridad, excluyéndola así durante siglos de las cuestiones morales.
¿Y a qué nos ha llevado todo esto?
La mujer en su rebeldía ha perdido el norte. No sabe cual es su misión dentro de la sociedad, queriendo simplemente equipararse al hombre. El sentido jude-cristiano de la virginidad, se ha perdido, pero lo peor, es que el de la maternidad también, y la transmisión de la sangre, de la raza y de los valores de un pueblo han quedado enterrados por la idea de productividad marxista o por el ansia de adquirir una calidad de vida egoísta y sin sentido que sólo nutre las arcas del sistema bancario.
¿Cómo puede una mujer de hoy quedarse embarazada si depende de un contrato temporal, si se le considera una enferma incapaz e inútil?  Así, existen casos en que Alumnas de centros de formación universitaria han visto truncados sus estudios por ser consideradas incapaces de realizar determinados ejercicios, teniendo la obligación la Universidad de adaptar esos ejercicios a su circunstancia, igual que toma medidas de integración para los minusválidos, ¡Cuanto más para una circunstancia tan noble como la concepción de un Hijo sano para la Nación!, lo suyo no es una anormalidad ni una enfermedad. O el caso de una joven de 20 años recién casada, embarazada después que se ganaba la vida cuidando niños pequeños, fue despedida inmediatamente de su trabajo como si fuese una apestada, en pro de admitir como cuidadora de infantes a alguna inmigrante con muchos hijos (pero en su país) por cuatro chavos, dejando la educación en manos de extraños que quitan el pan a las familias de éste país.
¿Cómo pues, una mujer que se supone capaz para el trabajo, puede desear ejercer el derecho de usar su biología, su orden biológico natural?
La maternidad para las mujeres de hoy, se ha convertido en un castigo, igual que para los hombres el Trabajo, ya que no lo se considera este como una dignificación, si no como una pesada carga, las frases de  «parirás con dolor» y «ganaras el pan con el sudor de tu frente», han hecho mella en esta sociedad atea.
Los ginecólogos se aprovechan de este pánico para cobrar elevadísimas minutas practicando cesáreas innecesarias, rasgando úteros que podrían gozar del placer de un parto espontáneo, con una madre consciente y feliz, limitando así su futura procreación, cuando el cuerpo de una mujer está preparado, demostrado científicamente, para parir un hijo por año, sin ningún problema dentro una mujer sana y sin problemas, de los 24 a los 35 años.
No sólo no se fomenta la maternidad, la natalidad, con ayudas sociales a las familias, sino que el enemigo ha ido a la raíz, a la esencia de la vida, a su germen, a la mujer, a las madres, y al ataque absoluto de su misión fundamental dentro del orden natural de la vida, la maternidad, siendo esta atacada por todos los frentes.
Así, pues, Mujeres Ns, ejerzamos nuestra libertad de ser madres de una raza única y recordemos las 14 palabras.

La esencia Femenina

Los arquetipos con los que se atribuyen a lo femenino o a la feminidad, generalmente, son los de creación, fertilidad y abundancia. Junto a estos aparecen también los de creadora y artista pero curiosamente en toda la mitología del pueblo europeo, se le atribuye la identidad femenina a las diosas de la guerra, la caza y la sabiduría, principalmente en la mitología griega y romana, asi como también la imagen de la soberanía.
Los cuatro primeros arquetipos citados podrían resumirse así en una palabra: Maternidad.

Según la perspectiva Jungiana, la diosa madre es un concepto innato de la mente humana, anterior incluso al nacimiento, porque la experiencia humana primaria y universal es la de la gestación. Esta idea prenatal, se refuerza después del nacimiento, a medida que la madre nutre a su hijo con alimento, afecto y calor, al tiempo que el bebé depende exclusivamente de ella como fuente de alimento, consuelo y seguridad. En esta fase el niño considera «numinosa» (envuelta en una sensación de divinidad) a su madre. Su acto más nímio alcanza una importancia abrumadora y el bebé no tarda en dividirla en la «buena madre» la que protege y alimenta, y la «mala madre» la que amenaza y castiga. La dualidad de la diosa, la creación y la destrucción, la seguridad y el peligro. La madre es la que transmite los primeros valores al niño, el bien y el mal, ella misma le instruye. Es el todo, su referencia para el mundo en el que crecerá y poco a poco le va mostrando el camino por el que deberá avanzar, clasificando las virtudes de los hombres de su colectividad.

Los tantras, textos hindúes del siglo VII, difundieron la idea del Sakti, la energía femenina pura, el poder primordial sin el cual los dioses no podían existir, principalmente Siva. Un tantra sostiene que «las mujeres son la divinidad; el aliento vital». Sakti es el receptáculo del cosmos. Sakti es representado por la diosa Kali. Ella, gracias a su fuerza prodigiosa, es la energía esencial y universal que activa y protege las divinidades masculinas, es la Gran Sabiduría. Las mujeres apelan a Sakti como la enérgica y positiva fuerza femenina digna de imitar y poseer. A pesar de que muchas imágenes la presentan como una deidad de carácter y aspecto sanguinarios, las actividades de Kali nunca son gratuitamente destructivas. Adopta su aspecto más temible con el propósito de exterminar las fuerzas destructivas antes de que pongan en peligro el Orden Cósmico y…. ¿no es esto lo que esta ocurriendo actualmente en nuestro mundo? ¿No debería pues la mujer Occidental blanca actual sacar su más fiera esencia femenina en tal de no dejar que la mujer como tal, como Madre, desapareciera en pro de un status más cómodo, más burgués? ¿No es ahora cuando el Orden Cósmico se está trastornando debido a que los úteros de las mujeres blancas están inactivos?. En consecuencia, Sakti, en tanto símbolo de las capacidades de las mujeres, es el modelo perfecto del equilibrio femenino; poderosa, activa y positiva en lugar de inultimente agresiva. Devuelve a las mujeres las tres virtudes que históricamente la mayoría de las culturas semíticas o judeocristianas les han negado: la fuerza moral y física; el intelecto y el conocimiento y la autonomía sexual, entendiendo esta última no como la libertad sexual de la que tanto se habla sin de la capacidad de elección y decisión, no como mero objeto de placer del hombre, sino como compañera que junto a él y con amor decidan compartir la crianza y educación de los hijos, y el goce y placer compartido con amor de concebirlos. En una palabra la Soberanía, más que autonomía.

Para ilustrar esto nada mejor que una leyenda artúrica en la que la afirmación de la mujer y su esencia femenina son el tema principal. La leyenda de Gawain y Ragnell . Sir Gawain era uno de los caballeros más apuestos y populares de su época y accedió a casarse con una arpía despreciable llamada Ragnell a cambio de la respuesta a un acertijo: ¿Qué es lo que más desea la mujer? La respuesta era: La Soberanía. Esta respuesta se ha tergiversado y corrompido, interpretándose como que la mujer siempre se sale con la suya de una manera extremadamente frívola, cuando la verdadera importancia del acertijo estriba en la autorrealización femenina del derecho a elegir. La noche de bodas, por pura compasión, besó a la horrible Ragnell, convirtiéndose ésta en el acto en una hermosa mujer, librándose así de una maldición. Pero la maldición sólo desapareció parcialmente ya que el caballero no actuó impulsado por el deseo. Ragnell podría permanecer bella sólo de día o de noche, y ésta le ofreció a Gawain la elección, ser bella de dia ante la corte cuando se presentaran juntos o ser bella de noche para la intimidad de ambos cuando estaban solos. El caballero respondió que no podía tomar esa decisión y que la elección correspondía a ella, por lo que de esta forma le concedió la Soberanía sobre sí misma, que era el significado profundo del acertijo. Así Gawain superó la prueba de la madurez y caballerosidad y Ragnell le recompensó permaneciendo eternamente hermosa.

La Mujer Madre
La pareja divina existe en la mitología y en las religiones con el fin de conjugar los principios masculino y femenino decisivos para la fertilidad y mantener el equilibrio de la tierra y las especies. Por tanto, el matrimonio, es fundamental para el bienestar del planeta y su orden natural, convirtiéndose en el modelo de la pareja humana en las sociedades de todo el mundo. El carácter sagrado del matrimonio hunde sus raíces en la emulación de los dioses. La relación entre matrimonio y fertilidad sobrevivió a las culturas ancestrales. La pareja pues, representa la totalidad, la dualidad femenino-masculino perfeccionada, siguiendo pues un modelo divino. El hombre se une a la mujer para recrear lo que diversas mitologías consideran la forma original: el perfecto andrógino, o el elella del que habla Miguel Serrano.
Antes que madre, la madre es mujer y su función creadora va íntimamente ligada a su actividad sexual, sin ella no hay procreación. Lejos de convertirse en una actividad mecánica, donde el hombre es el único que disfruta y la mujer se siente un objeto usado cuyo único fin es la concepción, nuestra tradición ancestral gozaba de técnicas de placer sexual refinadas, alcanzando niveles tan complejos de búsqueda interior que sentaron bases de pensamientos religiosos o filosóficos que hoy en día se intentan recuperar.
La cópula es un acto mucho más transcendente que la mera gratificación carnal o la necesidad de perpetuar la raza. Como ejemplo podríamos citar el tantrismo, que concibe el universo como un conjunto de vibraciones de energía que emanan del juego amoroso entre el dios Siva y el principio femenino Sakti. Aquí, el encuentro sexual desbloquea el flujo de energías de uno y otro que se intercambian como regalo de amor de uno a otro ser, imprescindible para la función creadora, y donde la mujer se eleva a semejanza de la diosa. Concebir así a un hijo puede ser la muestra más hermosa de la unión mística y divina de una pareja, jamás resultaría una maldición sino el fruto del amor que perpetuará la raza a la que uno ama.
El amor y el matrimonio son la fuente de la vida cultural y popular de un pueblo. El amor entre la pareja no engendra solo la vida si no el auténtico conocimiento y como diría J. Mayerhofer: «si todo procede del amor, el destino de un pueblo depende también de la ética amorosa que impera en su estado».
La naturaleza del hombre/mujer blanco/a implica también su forma de amar. Cada uno expresa su verdadero carácter en el amor, y el hombre blanco lo fundamenta en el Honor y en el Respeto. El amor no es un pecado secreto, sino una relación personal hecha honor recíproco. No son las mujeres las culpables cuando sus encantos y gracias son envilecidos.
El acontecimiento procreador deseado es fruto de un acto amoroso feliz.
En los mitos más antiguos que perduran, la importancia de la función procreadora esta relacionada con la llegada del hijo que garantiza el retorno de las cosechas estacionales, una vez más ligado al orden natural de la tierra.
El influjo del arquetipo de la madre queda manifiesto en la abundancia y variedad de representaciones que existen de la misma. Esta categoría incluye a las diosas de la naturaleza: progenitoras de dioses, seres humanos y vegetación. Otras figuras más personalizadas se asemejan a las matres domesticae de la época celtorromana: madres de un pueblo, región o país. Otras deidades cuya mitología recalca la relación con un único hijo como Isis o María son las más ampliamente representadas. Se las retrata amamantando a sus vástagos y la capacidad de sus senos para alimentar, consolar y proteger es uno de los atributos más importantes y representativos de la madre. Este poder de sustento es muy significativo, la leche materna no es solo una poderosa fuente de creación sino de sustento.. La leche también es el medio de transmisión de la divinidad o de poderes sagrados. Sabido es que tras el parto, después de la separación entre la madre y el hijo, el momento de amamantar es el de la unión perfecta entre madre e hijo, ambos unidos se miran, se sonríen y de una forma u otra ambos se nutren, se comunican.
Curiosamente en el sistema Rúnico Vikingo, la runa Berkano, similar a la grafía B, representa a la madre, representada a su vez por sus pechos.

EL REENCUENTRO DE LOS SEXOS CON LA NATURALEZA

El valor de la mujer para el
Nacionalsocialismo

EL NS BUSCA EL REENCUENTRO DE LOS SEXOS CON LA NATURALEZA
Los Nacionalsocialistas no somos como esos cavernícolas que, motivados por celos o envidias, creen que la Mujer es una esclava de las paredes del hogar y que de ahí jamás debería salir. Sólo creemos que, siendo la principal responsabilidad del hombre la de conducir y mantener un hogar, queda en manos de la Mujer el pilar fundamental de dar consistencia a la familia. Así como existen trabajos más ligados a las mujeres que a los hombres por sus características y exigencias, como la educación y la enfermería, hay otros que requieren de la primacía de hombres sin que esto signifique atropellar los derechos de las mujeres o ponerlas en rangos inferiores de jerarquía. En tal sentido, a los NS nos ha parecido casi un sacrilegio el error cometido por el Gobierno Militar Argentino al permitir la entrada de mujeres a los uniformes del Ejército, pues esa tarea es labor de hombres, esencialmente viril, pero dados los tiempos que corremos no se puede No permitir. ¿Acaso se es un «machista» por tratar de mantener a la mujer lejos de los campos de batallas?. Algunos dirán que un mujer en el ejercito es tan ridículo como que un hombre quiera ser monja o matrona, sin que tenga nada que ver con la discriminación, pero lo que hay que hacer es reeducar a los hombres y a las mujeres en sus papeles.
El asunto laboral ha sido la mejor excusa. Si bien hay derechos que deben ser protegidos, no se puede poner a competir a mujeres contra hombres en una lucha irracional por los puestos de trabajo, lo que fomenta la miopía de los «machistas» que no desean ver a sus mujeres trabajando a pesar de que el costo de la vida hace más y más común esta situación, ante la imposibilidad de una familia subsistir con sólo un sueldo.
Lo que se persigue además es dividir a las masas en hombres y mujeres competidores entre sí, como forma de destrucción y corrosión social para que los judíos puedan dar otro paso adelante en el dominio mundial. No tendríamos ningún problema contra esa ficticia imagen de la «mujer contemporánea», o la «mujer ejecutiva», si no fuera porque ésta se plantea como algo opuesto a la maternidad y a la función familiar de la Mujer, bajo una filosofía en la que, mientras más lejos esté del hogar, más libertad de expresión y realización tiene… Hoy vemos a fervorosas «feministas» ladrando este ideal de mujer como el indicado, a pesar de que conlleva a una serie de irracionalidades y discriminaciones como la imposibilidad de acceder a trabajos a mujeres que no sean jóvenes o que sean madres.
El resultado del alejamiento de la Mujer de su función educadora y familiar hoy salta a la vista: niños irrespetuosos, con preciosidades negativas, jóvenes desorientados, viciosos, carentes de ideales, egoístas, drogadictos y borrachos, «buenos para la cuchilla», etc. El hombre es muchas veces un inepto a la hora de intentar solucionar la falta de una madre constante en el hogar, pues carece de la condición femenina de educador y formador, produciendo hijos consentidos, con permiso para hacer lo que quieran, con alergia al trabajo y que le chocan el vehículo cada fin de semana sin recibir amonestación alguna.
Los divorcios, las separaciones y los fracasos matrimoniales están a la orden del día, pues la confianza y la lealtad entre las parejas es cosa del pasado, de «puritanos» como nosotros, atrapados en «otros tiempos». Está de moda ser hijo de padres separados y después ser un adúltero (entre los «hombres» es casi un motivo de orgullo engañar a la esposa con una o más mujeres). La virginidad es para tontas que sueñan con perder su castidad por amor. Los adolescentes se sienten amariconados si no se meten con prostitutas como sus demás amigotes. Los sexos se trastocan, la mujer cae en los vicios de la perversión de una masculinidad desaforada, genitalizando su sexualidad, volviéndose promiscua, mientras que el hombre que vive en el desenfreno termina también afeminándose sexualmente, volviéndose poliorgásmico, acabando muchas veces en perversiones homosexuales en su búsqueda de nuevos placeres y experiencias novedosas. Ser una «dama» es mal visto, ser un hombre retraído y sin el calor sexual de los demás es sospecha de algo raro. La Mujer sensual y atractiva es confundida con la excitante y la erótica.
Ha sido la Naturaleza la que puso al hombre al frente de la familia en una repartición justa, desde hace miles de años, cuando el ancestro debía salir cargando su arco y flecha en busca del sustento, mientras una Mujer le veía partir temerosa de no verle volver, mientras sostiene un niño en sus brazos. La Naturaleza no falla; en cada especie ha sido uno de los sexos el encargado de los roles distintivos, y en el nuestro, es el hombre el que debe tener la responsabilidad de encargarse de su familia como un total, procurando la protección de ella y de toda la Comunidad. Un Hombre es feliz sólo si su familia también lo es. Una Mujer es feliz si el Hombre ha sabido hacerla a ella y a su familia feliz. La base de la felicidad de ambos está en la convivencia familiar, en la comprensión mutua, dándole la Mujer el ánimo y las fuerzas ante los problemas y los reveses del destino, no frente ni detrás de él, sino a su lado. Ambos constituyen juntos una sola unidad y no dos entes en pugna, unidad en la cual vive y se nutre el pueblo, es decir, la Comunidad Nacional.
El establecimiento de estas condiciones naturales no implica relegar a la Mujer a un segundo plano o al menosprecio. Puede que el NS sea incluso paternalista en su propósito de dar protección y apoyo a la Mujer, pero jamás sería como la campaña judía lo ha tratado de exponer, como fanáticos machistas que veían a sus esposas como esclavas o sirvientas gratuitas. Eso es una malsana injuria, proveniente justamente de los peores machistas de la historia, es decir, los propios judíos, que ven a sus mujeres como meros aparatos de incubación y reproducción, obligándolas -entre otras cosas- a tener dos relaciones sexuales como mínimo todos los domingos, con o sin su consentimiento.
Para el Nacionalsocialismo el Hogar ha sido sacralizado, complaciendo a la Mujer con su condición de tal y exaltando su función de Madre NO COMO SU ÚNICA FUNCIÓN, sino como MÁXIMO ROL DE MUJER.
La misión de la Mujer en un Estado Nacionalsocialista es muy superior a la frivolidad de ser tanto en la política como en las profesiones una competencia para el hombre. De modo alguno se le niega tal posibilidad a las que cuenten con condiciones NATURALES para esas tareas. También supone como absolutamente falsa la concepción de que el trabajo de Ama de Casa es improductivo, humillante o irrelevante como es la tendencia a creer hoy en día en la sociedad de consumo, sumida en la fiebre de la modernidad traida por la sacrosanta democracia y el mercado «libertario», que lo mide todo en producción y capacidad de lucrar.
Para los NS es una ley sacra el que LA COMUNIDAD SE ENCUENTRA POR SOBRE EL INDIVIDUO, es decir, el bien de muchos es innegociable por el bien de unos pocos. En este sentido, el valor de la Dueña de Casa está en entregar sus mejores esfuerzos para CRIAR Y FORMAR HOMBRES Y MUJERES SANOS Y FUERTES, es decir, crear una Raza fuerte y sana. No podemos sentir menos que lástima por aquellos estúpidos maridos idiotizados por los tiempos modernos, que basan toda su autoridad dentro de la familia en el hecho de ser «los que ganan la plata», menospreciando la labor de Dueña de Casa de esas mujeres que les acompañan han asumido por no tener la suerte de optar a un trabajo o simplemente por decisión propia. LA LABOR DE LA MUJER QUE ASUME EL ROL DE UNA DUEÑA DE CASA ES PRIORITARIO E IRREMPLAZABLE, más aún hoy en día, en que el ritmo de la sociedad contemporánea prácticamente hace que le hombre esté todo el día fuera de casa y llegue sólo a dormir.
La grandeza del pueblo descansa sobre la calidad de sus componentes y he ahí la importancia de la Mujer como formadora: de su abnegación depende el futuro de la Patria, el ser superiores o mediocres. Pero formar va mucho más lejos que alimentar al niño; es además, entregar fortaleza espiritual y física, estimular la inteligencia y, por sobre todo, INCULCAR VALORES SUPERIORES, que provocarán el encumbramiento de nuestro pueblo o nación. Es decir HONOR, LEALTAD, HONESTIDAD, PULCRITUD FÍSICA Y MENTAL, AMOR A LA PATRIA, AL SUELO, A SU HISTORIA Y A SU SANGRE. 
 

La Mujer Blanca y su Herencia Ancestral

La Esencia de la Mujer Blanca y su Herencia Ancestral

Introducción
Según la mitología nórdica, en las Eddas (1), la primera referencia a la mujer y su creación aparece en la Edda de Snorri en el Gylfagining en el capítulo IX titulado» Los primeros hombres», y en la estrofa 17 de la Edda poética , la Voluspá o Profecía de la Vidente. Allí, tanto en un lugar como en otro, sólo cambia el estilo en prosa o en verso skaldico, se narra como los hijos de Borr (2), el hijo de Bruni que surgió de la piedra que chupaba la vaca Adumla para alimentarse, encontraron dos árboles mientras bordeaban la costa; cogieron los árboles y crearon hombres con ellos. Odín les dio espíritu y vida; Vili sabiduría y movimiento y Vé, forma, habla, oído y vista. Les dieron vestidos y nombre. El hombre se llamó Ask y la mujer Embla y de ellos se engendró la estirpe de los hombres a quienes se les dio Midgard como alojamiento, y vivieron junto a los dioses, pues junto a ellos establecieron Asgard.
Como se ve, en la creación de ambos seres, Ask y Embla, no hay distingos. Son creados a la vez, ambos son tallados de arboles, el hombre no es primero sin mujer, su esencia y estado natural es junto a ella. La mujer en nuestra tradición Europea, no surge de la necesidad de dar compañía al solitario hombre rey del paraíso. No surge de la costilla de Adán mientras él duerme, como una posesión más del hombre ni como su pertenencia dependiente. Surge simultánea y distinta, ambos habitan Midgard, ambos lo pueblan.
Ahí es donde surge la primera distinción entre la mujer europea y la judeocristiana, en su creación ocultada posteriormente por la cristianización de Europa, una persona que junto a otra y con igual origen y valía crean un pueblo, una raza. Distintos en sus atributos los cuales, precisamente, confieren así la posibilidad de creación y repoblación, de sucesión y supervivencia.
Partiendo de esta base, la espiritualidad de la mujer blanca viene dada por esta idiosincrasia marcada en la memoria histórica de cada cual, y en la colectiva de todo un pueblo, el pueblo blanco.
La mujer Blanca siempre se ha revelado contra esa imagen de la mujer sojuzgada por el poder del hombre de la tradición judeocristiana, porque no es su corriente natural de existir. La mujer blanca es luchadora, lucha por la supervivencia de su prole sabedora de la fuerza de un pueblo, y la fuerza de un pueblo estriba en su continuidad y la continuidad depende de la procreación y del cuidado de sus hijos y su desarrollo en los valores transmitidos por sus padres desde la infancia.

Hablamos pues de igualdad como personas, como origen y como seres humanos que luchan codo a codo por su pueblo y su cultura, pero no hablamos de igualdad ni biológica ni psíquica, precisamente por la condición física natural distinta de cada uno de ellos que les confiere hormonalmente las diferencias que afectan a su bioquímica cerebral, sin que esto quiera decir que uno sea inferior que otro , simplemente distintos. Y bendita diferencia!
Estas diferencias son las que confieren el carácter de lo femenino y lo masculino .
Si seguimos con la tradición vikinga, germánica, celta o greco-romana nos encontraremos con innumerables ejemplos desde los relatos de la creación a las Sagas de los héroes, en los que las figuras femeninas tienen una importancia no solo sobrenatural o divina, sino histórica. Sobre todas ellas vamos a tratar por tal de recuperar la esencia de lo femenino en esta sociedad degeneradora de los valores femeninos ancestrales, en favor de un mal entendido feminismo en el que lo que prima es la igualdad sexual, y que intenta imitar al hombre, algo alcanzable solamente siguiendo una corriente anti natura, castradora y aniquiladora de la raza a la que pertenecemos.
Estos valores, están en todos los miembros de nuestra colectividad, y desde luego, estas palabras no van sólo dirigidas a la mujer, si no los hombres que nos acompañan. Tanto los hombres como las mujeres estamos impregnados de estas ideas que el sistema actual nos va grabando a fuego en nuestros cerebros desde niños, por eso pedimos Respeto, valor y virtud de todo ser humano y propio de nuestra raza. Jamás un hombre deberá despreciar la condición de mujer de la cual ha nacido y es. Jamás un hombre blanco y Nacional Socialista deberá hacer sentir inferior a una mujer cuya misión natural y biológica en la vida será la de hacer perdurar su raza y los valores de su pueblo junto al hombre. Ambos se necesitan, ambos se apoyan, ambos se unen , se aman y se respetan en toda la dimensión humana. Y jamás una mujer deberá comportarse de manera que sus valores de mujer Blanca queden ultrajados por una mal entendida feminidad.

Se puede asegurar que entre la mujer y el hombre celta y todos los pueblos europeos, existió un respeto a los derechos, y en muchos casos la igualdad entre ambos era casi perfecta, factor este que tuvo que esperar más de dos mil años para que volviera a resurgir en el resto de Europa, excluyendo a los cátaros de Occitania en la Edad Media, que fueron también justos e igualitarios con las mujeres.

La Mujer Sabia

Al parecer en la sociedad celta, ciertas hechiceras o druidesas, conocedoras además del buen manejo de las armas, eran las que enseñaban a los jóvenes. Según textos de la tradición, fueron dos hechiceras las que adoctrinaron a Cuchulaín. Sus nombres son significativos Scatach (la Temible) y Uatach (la Terrible). Estás hechiceras no solo enseñan las artes del combate físico, sino de la acción mágica, incluso les ofrecen «la amistad de sus muslos» lo que se entiende como una cumplida educación sexual. Semejantes elementos femeninos fueron convertidos en brujas malditas cuando se produjo la cristianización. A pesar de todo, gracias a las técnicas que las hechiceras prodigaron a Cuchulaín, éste se convirtió en un héroe casi invencible.
Como podemos comprobar, estás mujeres eran respetadas y según crónicas romanas se les emparentaba con la casta de los emperadores, la clase social más alta. Se sabe que existían colegios druídicos para mujeres y que su formación era integral.
La mujer Aria, Blanca y descendiente de la tradición Europea es una mujer hábil, formada en las artes, en la pedagogía, conocedora de su historia que transmite a su hijo, conocedora de la lengua que enseña a su prole, a través de la palabra de la madre se transmite la tradición de un pueblo, con cuentos y leyendas. La mujer Aria de nuestra tradición conoce las primeras necesidades para la cura de pequeñas enfermedades, conoce las plantas medicinales y los remedios inmediatos para aliviar los males de su familia. La mujer Aria no es un zoquete estúpido que no sabe desenvolverse en la sociedad, es una mujer formada, con una amplia cultura, y con siempre deseo de superarse y aprender por medio de la lectura y la actividad intelectual y artística.
La mujer Aria sabe administrar los bienes de su casa. Y sabe llevar una casa adelante en todos sus órdenes, limpieza, alimentación, educación, orden, y administración. Y no es tarea fácil llevar una casa, y no solo hoy en día la mujer trabaja fuera del hogar, siempre lo ha hecho, desde la antigüedad como decíamos al principio, las mujeres se formaban por otras mujeres que ejercían de maestras, de curanderas, de instructoras, trabajaban en el campo y atendían las necesidades del hogar. No es ninguna hazaña especial que ahora nosotras trabajemos fuera de casa.
Conocedora de la nutrición, alimenta a su familia sabiendo y conociendo cuales son sus necesidades en el crecimiento y de acuerdo a su gasto de energía.
La mujer Aria, es sabia, inteligente y responsable y siempre en afán de superación en favor de su más cercana comunidad, su familia, primera célula de la Raza Blanca.
Conoce las normas de educación y convivencia para no educar a sus hijos como salvajes, y conoce las leyes y la vida natural que transmite a su prole como orden y ejemplo e ideal de vida a seguir.

La mujer Blanca no se deja manipular ni influenciar por modas si no que su sabiduría le permite discernir lo que es bueno para ella, para su familia y para su Raza, esa es la verdadera sabiduría de una mujer Blanca formada en su tradición y conocedora de su historia. Gracias a la sabiduría de la mujer nuestra Raza crece y se expande, con su trabajo y su biología, como dadora de vida y educadora de grandes hombres y mujeres ejemplos de hombres Blancos.

 

Deja un comentario